Tercera Llamada
Por Ismael Estrella Guerrero
Si de afores se trata…
Mi compadre es un buen tipo, difícilmente puede uno sacarle palabras peyorativas- cuando mucho un “cabrón…”-, aunque traiga unas chelas entre pecho y espalda; pero lo que me contó hace días, no tiene madres, aunque él no acostumbre este léxico.
Resulta que- me comentó muy entusiasmado por cierto-, tenía planeado ir a su Afore, al Banamex, a pedir el apoyo que entregan cuando uno anda desempleado, algo así como el 11.5 por ciento del total que tiene acumulado, que para él representaban una buena lana y que pensaba utilizar para… Para lo que sea, total, era (es) su dinero y podía hacer con él lo que le viniera en gana. Tampoco lo voy a balconear.
Muy alegre se levantó cierto día del mes anterior para realizar el trámite correspondiente y hacer uso de su dinero, de él y de nadie más, al que tiene derecho y que ha acumulado en los más de 30 años que trabajó y que ahora, por su edad, difícilmente encuentra chamba en cualquier lugar. Se supone que ese “guardadito” es para el retiro para cuando te jubilas, pero que en vías de mientras puedes utilizar parte de él.
Ya tenía varios meses desempleado y por lo tanto tenía derecho a cobrar esa parte que le llaman “ayuda de desempleo”, que por ley le corresponde.
Llevó los papeles que requería y se presentó con el encargado del Afore, quien por cierto lo atendió muy amablemente explicándole todo el proceso que había que realizar; cuando mucho se tardó 15 minutos en el papeleo, y ¡listo! A cobrar se ha dicho.
O Cuando menos así lo creyó mi compadre.
Por eso se quedó “congelado” cuando el encargado le preguntó que si cómo quería la distribución del dinero que le tocaba.
Mi compadre, de acuerdo a lo que algunos amigos le habían comentado y que hicieron el mismo proceso de pedir el apoyo por desempleo fue que le entregarían al 100 por ciento la parte proporcional que, según la ley de los afores le correspondía. Es decir, el mentado 11.5 por ciento, algo así como… varios miles de pesos.
-Pero ¿por qué fraccionado?, tengo entendido que me tienen que dar completo el dinero y no en “cómodas mensualidades”- le dijo mi compadre al asesor que lo atendía. Y es que le urgía tener el dinero completo para pagar… lo que tenía que pagar, insisto no lo voy a balconear. Total, era (es) su dinero, ¿Qué no? Y por ende tenía el derecho de exigirlo tal y como era menester.
-¿Qué acaso no se enteró de los cambios que el año anterior hicieron en la cámara de diputados para que ahora estos apoyos se entreguen de esa manera?- le dijo el oficinista encargado, quien todavía le agregó, “así es como se las gastan”.
Desde luego que mi compadre se quedó perplejo sin saber que decir o que hacer, y como autómata se le quedó viendo al que lo atendía y no tuvo otra más que apechugar la información, quizá pensando en mentarle la madre a alguien, a lo que fuera, pero él no es así, no acostumbra ese vocabulario.
Pasado el asombro de la noticia acordó el pago mensual (le “abonarían” en siete meses el total que le correspondía).
-Le voy a hacer su solicitud para que cobre el primer mes, pero tendrá que venir a cobrarlo hasta la próxima semana porque todavía tiene que ser revisado por el IMSS y asegurarse que no tenga ningún empleo- le dijo el que lo atendía.
¡Todavía tenía que esperar más tiempo, pese a que era (es) su dinero del que estamos hablando!
En medida que continuábamos la conversación, empecé a ver que mi compadre se iba encabronando, algo no muy común en él.
-Tenía que ir a echar otras vueltas, y para colmo, hacer otra “cola” hasta que me tocara el turno en la caja y que me pudieran dar parte de MI DINERO- esto último me lo dijo a punto de soltar el grito.
-Bueno, total que fui el día que me apuntaron en la hoja de solicitud y tras una espera de cuando menos 20 minutos, al llegar a la cajera, por cierto muy sonriente, me dijo: “buenas tardes, que bueno que nos visita, ¿en qué le puedo servir? Le enseñé el documento de cobro y tras revisarlo y consultar en la computadora, me respondió, igual, con la sonrisa a flor de boca: “no lo han subido aún”. Huelga decir que sentí un exabrupto, pero me aguanté, no reclamé, porque al final de cuentas comprendí que ella era la menos responsable. Total compadre que no te la voy a hacer de más cuento, he ido ¡siete veces! y siempre me responden lo mismo: “No han subido la notificación de pago aún”. Y de eso ya pasaron ¡15 días! ¿Te imaginas?- me dijo, y empezó a elevar el tono de su voz, la cara se le puso colorada, soltó un bufido y finalmente no aguantó más y me dijo: “que vayan y chinguen a su madre”.
Qué bueno que a mi compadre no le gusta utilizar esas “malas” palabras, como dicen en mi pueblo.
RECONOCIMIENTO.- Felicidades a mi muy estimado amigo Fernando Zepeda, quien este miércoles recibirá un merecido reconocimiento en el Senado de la República, por sus 40 años de trayectoria periodística.
Contacto: ismael.estrella@live.com.mx
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